Al terminar el sexenio del presidente López Obrador no se habrá dado ningún cambio que establezca un nuevo régimen económico o político.
El sistema económico seguirá siendo el capitalismo caracterizado por altos niveles de concentración del ingreso y una muy injusta distribución del mismo.
En una mañanera el presidente, en un acto de sinceridad poco común en él, dijo que durante su gobierno todos los ricos habían ganado más y que nadie de ellos había perdido.
Le faltó decir que, si bien esto es cierto, no se puede decir lo mismo de los pobres. Ahora hay más y no menos que en 2018.
El T-MEC, que regula nuestra relación comercial con Estados Unidos y Canadá, que algunos califican como un tratado neoliberal, sigue siendo el mismo que negoció el gobierno del presidente Peña Nieto.
En la dinámica del propio tratado, más allá de cualquier discurso, en el actual gobierno se ha incrementado de manera considerable, ese proceso habrá de continuar, la integración económica de nuestro país con nuestros vecinos del norte.
Expresión del cambio del régimen político en países de América Central y de América del Sur ha sido el cambio de la Constitución. En México sigue siendo la misma. La de 1917 con las más de 600 modificaciones y añadidos que se le han hecho.
En lo que queda del sexenio no se va a cambiar. El presidente, si es que lo quisiera, no tiene los votos para hacerlo. El régimen político seguirá, pues, siendo el mismo.
No solo eso, sino que a lo largo del sexenio no ha habido ningún cambio legal que tenga las características para considerar que van en camino a un cambio de régimen, de una verdadera transformación del sistema político. No las hay.
Las instituciones centrales del funcionamiento de la democracia siguen ahí. Han sido descalificadas, despreciadas e insultadas por el presidente, pero ahí están y gozan de buena salud. La SCJN sigue actuando como contrapeso del poder del Ejecutivo y el INE organiza las elecciones. Lo hará en 2024.
No hay ningún cambio de régimen, no hay ninguna 4T. Lo que sí es nuevo y distinto es el discurso. Es realmente la única “transformación” que se podría considerar como relevante. El de ahora promueve el odio y la polarización. La división de la sociedad.
Ese discurso va a cesar cuando el presidente termine su mandato. Así sucedió con el presidente Luis Echeverría y José López Portillo, eso es lo que habrá de ocurrir el día que el presidente López Obrador deje el poder en 2024. Faltan dos años y medio.
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Rubén Aguilar Valenzuela, Socio fundador de Afan Consultores Internacionales, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor en el Departamento de Comunicaciones y Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana. Articulista en diversos periódicos y revistas. Fue Fundador y director de la Agencia Salpress del FMLN, el Salvador. coordinador de la Secretaría Particular de la presidencia de Fox (2002-2004) y portavoz del gobierno (2004-2006). Sus últimos libros en conjunto con Jorge Castañeda son: La Diferencia: Radiografía de un sexenio (2007) y El Narco: La Guerra Fallida (2009).
Twitter: @RubenAguilar, ruben@miscuadernos.com.mx. Los puntos de vista expresados no necesariamente son los de EnergiesNet.
Nota del Editor: Este artículo fue originalmente publicado en Animal Político, 25 de julio, 2022. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores. EnergiesNet en Español no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.
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EnergiesNet.com 07 25 2022