Un Hecho Dramático en la Historia Contemporánea
Juan Diego Quesada, El País
BOGOTÁ
EnergiesNet.com 01 26 2025
La guerra que se libra estos días en la frontera entre Colombia y Venezuela genera escenas de terror. Los combatientes han mostrado pilas de cadáveres amontonados en una carrerilla y cuerpos mutilados tirados en mitad de la selva, agujerados por balas y amarrados con alambres de púas, como si los acabaran de ajusticiar. Los combates entre grupos armados no se han producido solo a campo abierto, sino también casa por casa. Al enfrentamiento directo se ha sumado una serie de asesinatos selectivos. Cabecillas de algunas bandas se han entregado a las autoridades para no caer en manos del enemigo. La morgue de una ciudad se llenó al punto de no poder refrigerar más difuntos. La población huye despavorida con sus casas a la espalda, como hacía tiempo que no pasaba. Gustavo Petro, que 24 horas antes anunció el estado de excepción, le ha dado a lo ocurrido carácter trágico: “Este puede ser uno de los hechos más dramáticos de la historia contemporánea desde los hechos de La Violencia”.
El presidente se refiere al tiempo, entre los cuarenta y cincuenta, en el que en Colombia se libró una guerra brutal entre liberales y conservadores. Una furia homicida arrasó entonces con el país. El conflicto está ahora mucho más localizado, en concreto en el Catatumbo, la región con mayor concentración de plantas de coca del planeta. El ELN, la guerrilla a la que Petro ha tratado de convencer de que abandone las armas, ha concentrado tropas de otros lugares en este departamento para lanzar una ofensiva contra una disidencia de las extintas FARC, en concreto el Frente 33. Los cálculos oficiales más conservadores hablan de al menos 80 muertos. Petro dice que todavía no se tienen “los datos concretos” que ayuden a poner en perspectiva la catástrofe. “La situación del Catatumbo enseña (…). Uno aprende también de los fracasos y allí hay un fracaso de la nación”, ha reconocido. Pese a que él mismo ha verbalizado la gravedad de la situación, mantiene para este miércoles su visita a Haití.
El presidente, además del anunciado decreto de conmoción interior, ha enviado al Catatumbo más de 600 nuevos efectivos militares. Por ahora, los soldados no han intervenido en el combate, sino que se han dedicado a asegurar zonas y sacar a personas del fuego cruzado. La ONU también coopera en operaciones de rescate. La Defensoría del Pueblo cifra en 32.000 las personas desplazadas que se han visto obligadas a dejar sus casas. A muchas de ellas se las ha visto cruzando con carretas, camiones y mulas a Venezuela, donde esperan encontrarse a salvo de la violencia. Aunque el grueso, unas 15.000, permanecen en la ciudad colombiana de Cúcuta, la capital departamental, que se encuentra en el borde entre las dos naciones.
En algunos municipios se le prohíbe a los vecinos salir a la calle. Se ha visto a combatientes del ELN buscando a civiles y a activistas puerta a puerta. Se han rescatado 35 cadáveres del territorio, al que cuesta mucho acceder. Han sido asesinados al menos seis firmantes de paz, que son los exguerrilleros que en 2016 se desmovilizaron por el acuerdo entre el Gobierno y las FARC. Desde entonces le han dado muerte a más de 400 de ellos. Este es un aspecto central que impide que el Gobierno de Petro pueda alcanzar acuerdo con estos grupos armados. Entre los negocios de narcotráfico que manejan y la imposibilidad de que el Estado pueda asegurarles la vida una vez que dejen las armas, no sienten que haya demasiados motivos para abandonar sus actividades criminales.
Petro quería dejar una nación en paz cuando abandonase dentro de año y medio la Casa de Nariño, la residencia presidencial. Pero ha subestimado el conflicto a pesar llevar 30 años de vida política enfocado en el asunto. Su idea de negociar en paralelo con los cabecillas de todas las organizaciones parece más lejana que nunca. Ni siquiera ha conseguido lograr avances con los jefes del ELN, con los que comparte muchos de los diagnósticos del país. El senador Iván Cepeda, uno de los alfiles del presidente, lo ha intentado de todas las maneras, pero le ha sido imposible pese a toda la buena disposición. Esa vía parece cada vez más cerrada. Petro ha dicho que si quieren guerra, “tendrán guerra”.
No se trata de un enfrentamiento sencillo sobre el terreno. El ELN puede considerarse una guerrilla binacional, al mismo tiempo colombiana y venezolana. El Ejército bolivariano, poco presente en la frontera, convive con ella en una especie de pacto de no agresión. Su ejército tiene la capacidad de moverse de un lado de la línea a otro, en función de sus intereses. Las fuerzas armadas colombianas se encuentran con la dificultad de no poder perseguirlos en ese límite invisible. Los analistas piensan que, en este momento, no se dan las condiciones para lograr una victoria de las tropas estatales.
Uno de los motivos por los que Petro no ha querido romper relaciones con el chavismo, pese a que tiene claro que Nicolás Maduro perpetró un fraude en las elecciones presidenciales, es este. Siente que necesita del Gobierno venezolano para obtener una victoria militar, o al menos para arrinconarles de tal manera que no tengan otra salida que la negociación. Así lo hizo el presidente Juan Manuel Santos. El presidente Petro hasta ahora había enarbolado la bandera de la paz. Ahora quiere mostrar su capacidad como comandante en jefe de las fuerzas armadas.
elpais.com 22 01 2025