La líder opositora venezolana se muestra convencida, en una entrevista, de que esta vez es posible un cambio en el país: “Nuestras actas están a la orden para quien quiera analizarlas”
Por Javier Lafuente
“¿Te imaginas que nosotros tuviésemos todas las actas escaneadas en internet y que metieras el número de tu cédula en una página web y apareciera la imagen del acta de votación de tu centro?, ¿no te generaría más confianza? De eso se trata, de que como ciudadanos podamos enfrentar y superar los obstáculos que ha puesto el Consejo Nacional Electoral a la transparencia y confianza del proceso electoral”. María Corina Machado (Caracas, 56 años) no hizo estas declaraciones el viernes, durante la entrevista con EL PAÍS. No son siquiera recientes, aunque resumen el plan con el que ha puesto en jaque a Nicolás Maduro tras las elecciones del pasado 28 de julio. La líder opositora venezolana dio estas declaraciones hace 16 años, en 2008, cuando ya llevaba tiempo especializada en temas de transparencia electoral y Hugo Chávez estaba en el poder.
Recordar esa entrevista, un vídeo que se ha vuelto viral esta semana, es el único momento en la media hora de conversación en la que Machado concede una sonrisa. Son las 9.00 en Caracas cuando la videoconferencia se activa y la política venezolana aparece sentada en lo que parece un sofá y una pared blanca detrás. Se asegura de que no haya un detalle que pueda dar una idea de dónde se encuentra. Hace más de una semana que decidió resguardarse, vivir en semiclandestinidad ―tras acudir a la manifestación del 3 de agosto en Caracas―, ante la amenaza de ser detenida. La Fiscalía de Venezuela, controlada por el chavismo, abrió una investigación penal contra ella y Edmundo González Urrutia después de que publicaran un comunicado en el que pedían a las Fuerzas Armadas que cesaran la represión, un texto que el candidato presidencial de la oposición ―ella fue inhabilitada por el chavismo― firmó como presidente electo.
El caso, opina Machado, es parte de la represión “brutal” ―repite el calificativo en más de una ocasión― que ha desatado el Gobierno de Venezuela desde el 29 de julio, un día después de la elección presidencial y en la que, según el propio Maduro, han sido detenidas más de 2.000 personas.
Aquella madrugada, el Consejo Nacional Electoral, también en poder del oficialismo, proclamó como ganador de los comicios al actual presidente, aunque dos
semanas después no ha mostrado una prueba que acredite el triunfo. La oposición, por su parte, ha publicado casi todas las actas después de la recolección que hicieron testigos en los centros de votación, una operación ―idéntica a la que ya comentó en 2008― en la que estuvieron involucradas, asegura Machado, cientos de miles de personas. Esas actas, escaneadas y subidas a una web, con datos cotejables y votos mesa por mesa, dan como ganador a Edmundo González con el 67% de los votos, por el 30% de Maduro. La publicación de esas actas ha hecho que varios países, entre ellos Estados Unidos, y organizaciones como el Centro Carter hayan reconocido como ganador a Edmundo González.
“Obviamente estábamos preparados, han sido decenas de elecciones con fraude y trampas de distintas magnitudes y nunca habíamos tenido las pruebas en la mano. Esta vez dijimos: ‘Va a ser distinto”, celebra Machado, otrora para muchos la representante del sector más extremo de la oposición venezolana, apoyada por los líderes más reaccionarios del mundo; hoy indiscutible líder y aglutinadora de todo el espectro que busca un cambio en el país caribeño.
Dos semanas han pasado desde la cita electoral, tiempo que en la convulsa Venezuela equivale a meses en cualquier otro lugar del planeta. Con Maduro atrincherado, los líderes opositores resguardados y la población sumida en el miedo y la incertidumbre que genera que el país se haya adentrado en un terreno desconocido, todas las miradas están puestas en los intentos de Brasil, Colombia y México por tratar de lograr una solución negociada a la crisis.
Pregunta. ¿Qué viene a partir de ahora?
Respuesta. En 25 años nunca habíamos estado aquí, con el régimen tan débil y nosotros con tanta fuerza. Esa farsa de que este es un país polarizado se cae, las bases del chavismo están con nosotros, las bases de las Fuerzas Armadas están con nosotros. La derrota social ya se la habíamos dado, nos faltaba ratificarla con números para que el mundo entero supiera lo que ya sabíamos nosotros. Hoy Maduro no tiene legitimidad producto de su escalada represiva, que es lo único que le queda. Cada vez es más rechazado, incluido por sus aliados, esto no había ocurrido antes. Maduro no está evaluando correctamente sus opciones, está atrincherado alrededor de una cúpula militar que es capaz de hacer mucho daño, como ha demostrado. El desafío es hacer que Maduro entienda que su mejor opción es aceptar los términos de una transición negociada. Muchos países, muchos gobiernos están alineados en torno a eso.
P. Brasil, Colombia y México tratan de impulsar una salida negociada a la crisis. En torno a esta iniciativa se ha unido la mayor parte de la comunidad internacional. ¿Se puede decir que ya hay una negociación en marcha?
R. Se puede hablar ya de transición, no sé si de negociación. Para que exista negociación se requiere que las dos partes quieran. Nosotros estamos decididos, con cuatro condiciones. Primero, una negociación que parta del respeto a la soberanía popular del 28 de julio. Yo creo que es una posición que une a todos los países del mundo cuando dicen que hay que tener una verificación imparcial de las actas. Las nuestras están a la orden para que quien quiera analizarlas, verificarlas, pueda hacerlo, para eso está nuestra base de datos abierta. Segundo, es una negociación para la transición, no para compartir el poder u otras ideas que han surgido. Tercero, es una negociación en la que nosotros estamos dispuestos a dar garantías, salvoconductos e incentivos [a Maduro y al chavismo], sobre los cuales no voy a elaborar porque evidentemente es inconveniente hacerlo y sería objeto de la propia negociación. En cuarto lugar, una negociación en la que el país que eligió a sus líderes y representantes se sienta bien representado.
P. Ese escenario queda aún lejos. ¿Cuál es el objetivo prioritario?
R. Parar la represión. Si algo tengo que pedirle a la comunidad internacional es que esto no ha tenido la denuncia que amerita. Estamos hablando de que Maduro alardea diariamente de que tiene más de 2.000 detenidos, se están llevando a los testigos electorales de sus casas, están buscando a quienes fueron voluntarios el día de la elección.
P. ¿Cuáles son las líneas rojas? ¿Qué no es negociable?
R. No es negociable el resultado del 28 de julio, la soberanía popular no es negociable. Por favor, ¿en qué cabeza cabe que se haga otra elección? Aquí ya hubo una, bajo los términos del régimen, con una campaña absolutamente desigual. Bajo sus términos fuimos, con sus máquinas, con sus actas… Nosotros las actas que tenemos son documentos oficiales del CNE. Bajo sus reglas, ganamos, el mundo sabe que arrasamos.
P. Los tres países que impulsan una salida están gobernados por la izquierda, en las antípodas ideológicas de usted. ¿Qué confianza le inspiran?
R. Hay claridad en el mundo de que Venezuela no es un tema de izquierdas y derechas. Es una discusión, una lucha, mucho más trascendente. Esto tiene que ver con libertad contra totalitarismo; con justicia contra el régimen más corrupto del planeta; con estabilidad democrática frente a un régimen que agita la estabilidad no solo de Venezuela, de la región. Tiene que ver con temas esenciales de derechos humanos. Sobre Venezuela hay una alineación muy importante incluso en países con enorme tensión, como Estados Unidos. O en Europa, ¿en cuántos temas hay unanimidad absoluta de los 27?
P. Pero, ¿qué le parece el papel de Brasil, Colombia y México?
R. Tengo que reconocer que el comportamiento de estos países desde antes del proceso electoral ha sido el correcto. Han contribuido en momentos cruciales a dejarle claro a Maduro que no celebrar la vía electoral era una línea roja. Lo reconozco y lo agradezco. Con el único que no he tenido interacción ha sido con el Gobierno de México. De la elección para acá, los países que han reconocido la victoria de Edmundo han tomado una posición correcta, pero puedo entender que haya países que tengan una posición más prudente para mantener el canal de comunicación con el régimen. Yo soy liberal, todo el mundo sabe lo que pienso. Pero más allá de afinidades ideológicas,esos tres países entienden muy bien que a Maduro lo único que le queda es la violencia, como él advirtió. Estos tres países entienden el peligro enorme que tiene para América Latina que Maduro pretenda aferrarse al poder por la fuerza. Eso produciría una ola migratoria de tres o cuatro millones de personas a corto plazo.
P. En la primera conversación que mantuvieron los presidentes de esos países se planteó que en el centro de la negociación estuviese Edmundo González. ¿Usted estaría dispuesta a no estar en el centro, a ceder protagonismo?
R. En el centro están los venezolanos y Edmundo es el presidente electo. Ahora, la realidad es que son los venezolanos quienes eligen a sus representantes, lo hicieronen las primarias y el 28 de julio. Quienes tenemos la responsabilidad y la legitimidad somos Edmundo y yo, y no es la comunidad internacional quien elige a los representantes de los venezolanos. Ni mucho menos Maduro, que lo ha hecho en el pasado. Edmundo y yo somos un equipo, un bloque indisoluble.
P. Hay otro grupo de países y líderes, como el argentino Javier Milei y otros presidentes y expresidentes latinoamericanos, que siempre le han dado su apoyo y piden soluciones mucho más drásticas, que no son partidarios de una negociación o quieren que haya más sanciones al chavismo. ¿Qué les dice?
R. Todos queremos lo mismo, todos queremos una transición pacífica y ordenada. Muchos de ellos han insistido que es un proceso urgente. Hoy en día Maduro siente que el costo de reprimir es cero, que puede matar jóvenes, desaparecer líderes, y el costo es cero. Hay que hacerle entender que el costo de la represión es elevado y, por lo tanto, que su mejor opción es aceptar los términos de una transición negociada.
P. Edmundo González firmó un comunicado esta semana como “presidente electo”, lo que ha generado mucha polémica, trayendo a la memoria a Juan Guaidó, que se proclamó presidente interino de Venezuela en 2019. ¿Qué le pareció?
R. Le respondo usando palabras del presidente chileno, Gabriel Boric. Aquí el autoproclamado es Nicolás Maduro. Edmundo González es el presidente electo porque así lo demuestran los resultados y las actas oficiales. No mezclemos, porque no tienenada que ver la experiencia del interinato con lo que ocurre ahora, que es producto de más de 12 millones de personas que votaron. Eso lo saben los venezolanos y lo sabe el mundo.
P. ¿En quién confía dentro del chavismo y del círculo cercano a Nicolás Maduro?
R. No conozco a nadie del círculo cercano a Maduro. Ya no es un tema de confianza, sino de alineación de incentivos. Ellos sí saben que soy una persona de palabra y saben que la cumplo.
P. ¿Cree que les van a detener a usted o a Edmundo González?
R. En Venezuela todo es posible, siento que en su desesperación Maduro ha optado por la vía más peligrosa, atrincherarse, rodearse de un alto mando militar. Creo que es un enorme error de él y un enorme riesgo para los venezolanos.
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Javier Lafuente es subdirector de América del El País. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario. Los puntos de vista expresados no necesariamente son los de EnergiesNet.com.
Nota del Editor: Este artículo fue originalmente publicado en El País, el 10 de agosto del 2024. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores. EnergiesNet.com no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.
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energiesnet.com 14 08 2024