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Nexos: El discurso de los mandatarios populistas

Rubén Aguilar V.

En estas páginas el pasado agosto se identificaron y analizaron las estrategias de comunicación y los discursos de los gobernantes populistas de América; en septiembre, de sus contrapartes en Europa; en octubre, de Asia; y en noviembre, de África. En diciembre se expusieron las estrategias operativas que les son comunes y las que solo comparten parcialmente. Ahora se presentan los elementos de sus discursos que son semejantes en la forma y el contenido. Y también se identifica lo que no comparten del todo.

Ilustración: Belén García Monroy



Se contemplan veintitrés mandatarios populistas: nueve en América, cuatro en Europa, cuatro en Asia y seis en África. En el caso de nuestro continente, la lista incluye a Andrés Manuel López Obrador (68 años), presidente de México; Daniel Ortega (76) y Rosario Murillo (70), presidente y vicepresidenta de Nicaragua; Nayib Bukele (40), presidente de El Salvador; Nicolás Maduro (58), presidente de Venezuela; Jair Bolsonaro (65), presidente de Brasil; Alberto Fernández (62) y Cristina Kirchner (68), presidente y vicepresidenta de Argentina; y a José Pedro Castillo (52), presidente de Perú.

En Europa, los líderes a considerar incluyen a Viktor Orbán (nacido en 1963), primer ministro de Hungría; Boris Johnson (1964), primer ministro de la Gran Bretaña; Janez Janša (1958), primer ministro de Eslovenia; y Miloš Zeman (1945), presidente de la República Checa.

En Asia, por otro lado, la lista incluye a Recep Tayyip Erdoğan (1954), presidente de Turquía; Narendra Damodardas Modi (1950), primer ministro de la India; Rodrigo Duterte (1945), presidente de Filipinas; y Prayuth Chan-o-cha (1954), primer ministro del Reino de Tailandia.

Finalmente, en África los líderes a considerar son John Pombe Joseph Magufuli presidente de Tanzania ((1959-2021, murió en marzo del año pasado de covid); Andry Nirina Rajoelina (1974), presidente de la República de Madagascar; Paul Barthélemy Biya’a bi Mvondo (1933), presidente de la República Federal de Camerún; Évariste Ndayishimiye (1968), presidente de la República de Burundi; Issayas Afewerki (1946), presidente de la República de Eritrea y Salva Kiir (1951), presidente del Sudán del Sur, el país más joven del mundo.

Lo común en el marco del discurso

A pesar de las grandes diferencias en la historia, la geografía, la cultura y la tradición política de la que provienen estos mandatarios populistas, se digan de izquierda o de derecha, sus discursos comparten formas y contenidos.

Forma

• Conciben el ejercicio de gobernar como un espectáculo mediático. Actúan como estrellas de la farándula. Tienen un gran dominio del escenario. Dramatizan la política.

• Privilegian la palabra sobre la acción. El discurso llena los vacíos por la falta de resultados.

• Recurren a grandes eventos de masas. Construyen escenarios donde participa el pueblo para “producir” la identidad del grupo.



• Tienen una alta exposición mediática. Sus eventos siempre son transmitidos por los medios y redes y son difundidos profusamente.

• Manejan una retórica emocional con la que se identifica el “pueblo”. Ese sentimiento se traduce en apoyo irracional e incondicional a lo que dice y hace el líder.

• Pronuncian discursos que salen de los cánones establecidos. Son extravagantes, grandilocuentes, efectistas e incendiarios

• Utilizan un tono estridente, escandaloso y lleno de mentiras para llamar la atención de las audiencias y los medios.

• Privilegian las frases y consignas fáciles de entender y asumir, propias de la publicidad y la mercadotecnia.

• Recurren a la descalificación sistemática, al insulto y la agresión para enfrentar a sus “enemigos”, que ellos mismos construyen. Polemizan con ellos.

• Pronuncian discursos largos y farragosos, muchas veces incoherentes, pero siempre son bien recibidos por sus bases y simpatizantes.

Contenido

• Aseguran que son los únicos capaces de gobernar. Solo ellos saben lo que el pueblo necesita y quiere.

• Hablan de sí mismos y se auto elogian de muy diversas maneras. Promueven el culto a la personalidad.

• Mencionan que son hombres del pueblo, que hablan su mismo lenguaje. Se planean como su representante.

• Hacen referencia constante al “pueblo”, que son todos los que están con ellos. Solo el “pueblo” entiende el proyecto que impulsan.

• Desconocen todo tipo de crítica e insultan de manera sistemática a quienes no piensan como ellos. Plantean el dilema estás conmigo o contra mí.

• Hablan sobre el nacionalismo y la soberanía nacional. Exacerban sentimientos básicos y elementales.

• Utilizan la historia patria como elemento central de la identidad popular que se proponen construir.

• Aseguran que han restaurado los valores y la grandeza nacional que se había perdido. Es su obra.

• Descalifican al mundo del pensamiento (científicos, intelectuales, artistas) así como a la prensa y a los periodistas críticos.

• Utilizan de manera sistemática referencias a Dios y a la religión. Citan textos religiosos.

• Tienden a denostar las posiciones progresistas en prácticamente todos los temas.

• Defienden a la familia tradicional. Sólo aceptan un tipo de familia. No importa su historia personal.

• Desconocen los derechos de la comunidad LGBTI. Se manifiesten en contra del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción por parte de estas parejas.

• Están en contra de la legalización de la marihuana y otras drogas.

• Hablan sobre el fin de la corrupción a pesar de que algunos de los países que dirigen son de los más corruptos del mundo.

• Dicen que ya está solucionando el problema de la violencia e inseguridad a pesar de que la evidencia dice lo contrario.

Lo que no es común

Entre las semejanzas hay también elementos que no todos los líderes populistas comparten, o no lo hacen del todo. Algunas de estas diferencias son las siguientes:

• Presentarse como víctima de las injusticias de “los de arriba”. Decir haber sido perseguido y humillado por los poderosos debido a su compromiso con el “pueblo”.

• Operar venganza contra las élites políticas, económicas y culturales que pusieron en duda o no aceptaron su victoria cuando llegaron al poder.

• Reprimir de muy distintas maneras a la oposición política. Llevar a la cárcel a los líderes opositores.

• Agredir a los medios y a los periodistas. Promover la censura de manera abierta y llevar a la cárcel a los periodistas independientes.

• Adueñarse desde el poder de los medios de comunicación que consideran hostiles.

• Presentarse como gobernantes con “mano dura” contra el crimen organizado. Estar a favor de la pena de muerte y el uso de la tortura.

• Manifestarse abiertamente en contra de los migrantes. Los argumentos son distintos de acuerdo a las regiones.

• Promover abiertamente actitudes homofóbicas, machistas e incluso racistas.

• Mantener posiciones intolerantes y discriminatorias contra el movimiento feminista y la comunidad LGTBI.

• Enriquecerse a expensas del poder. Altos niveles de corrupción.

• Utilizar símbolos de identidad tales como cierto tipo de vestimenta (trajes, camisas, sombreros).

Más allá del discurso

En el ADN de los populistas, se digan de izquierda o de derecha, está la concentración del poder del Estado en su persona. Algunos acceden al cargo por la vía electoral, pero una vez que lo tienen no lo dejan ir y pasan a encabezar dictaduras. Otros deben dejar su cargo al término de su mandato, aunque no quieran, por la fortaleza de las instituciones democráticas del Estado en sus países.

El discurso populista deja de existir una vez que el líder populista deja el cargo: no hace escuela. Un ejemplo muy notorio es el de Donald Trump. Por la vía electoral llegó a la presidencia de su país; por esta misma vía perdió la elección y el discurso populista de un día para otro dejó de tener lugar.

Los líderes populistas tienden a sentirse únicos e indispensables. Piensan que por su gestión y sus discursos van a pasar a ser parte de la historia de sus países. Sus nombres serán grabados en letras doradas. La evidencia muestra que es una falsa ilusión. La mayoría de las veces su mandato, por más estridente que haya sido, se olvida pronto. Y cuando se recuerda es para mal. Es frecuente que así sea en las distintas regiones del mundo.

Rubén Aguilar Valenzuela, Socio fundador de Afan Consultores Internacionales, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor en el Departamento de Comunicaciones y Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana. Articulista en diversos periódicos y revistas. Fue Fundador y director de la Agencia Salpress del FMLN, el Salvador. coordinador de la Secretaría Particular de la presidencia de Fox (2002-2004) y portavoz del gobierno (2004-2006). Sus últimos libros en conjunto con Jorge Castañeda son: La Diferencia: Radiografía de un sexenio (2007) y El Narco: La Guerra Fallida (2009). Twitter: @RubenAguilar, ruben@miscuadernos.com.mx. Los puntos de vista expresados no necesariamente son los de Energiesnet.

Nota del Editor: Este artículo fue originalmente publicado por Mis cuadernos, 10 de enero, 2022. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores. Energiesnet en Español no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.

Energiesnet.com 14 01 2022

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