Por Anabella Abadí y Raúl Stolk
Venezuela cambió. Esto lo hemos discutido en distintos textos que van de lo político a lo social pasando por lo económico. Es una frase un tanto más asertiva que la ya infame “Venezuela se arregló”, que vemos en memes y furiosos hilos de Twitter en los que se explica por qué Venezuela no se arregló, o que la frase es sarcasmo, o que es propaganda del gobierno, o que no se arregló, pero que hay oportunidades.
Sin embargo, la percepción que tiene la gente de este cambio sí es algo que nos interesa. Por eso decidimos hacer una encuesta sencilla, en línea, para tratar de entender algunas de las dimensiones que consideran los venezolanos al decir que el país mejoró (o no).
¿Cómo hicimos la encuesta?
Diseñamos un cuestionario corto, buscando solo respuestas cerradas, que circulamos a través de redes sociales. Dado que aceptamos respuestas de todo el que quisiera participar (muestreo voluntario, que llaman), vale aclarar que los resultados no son representativos de la opinión de todos los venezolanos. Los resultados son, en tal caso, reflejo de la opinión de una fracción donde se encuentran habituales de Twitterzuela, Instagram, y lectores de los newsletters de Arepita y Caracas Chronicles. Una muestra bastante representativa de nuestra burbuja, que aunque limitada, nos ha dado resultados muy interesantes.
¿Cuántas respuestas recibimos?
Entre el 8 y el 21 de marzo recibimos 436 respuestas de venezolanos, 322 viviendo en el país (con edad promedio de 42 años) y 114 viviendo en el extranjero (con edad promedio de 37 años). Cerca del 60 por ciento de las respuestas recibidas fueron de hombres. Todas las preguntas de la encuesta eran obligatorias, así que todos los participantes debieron responder todo el cuestionario.
¿Venezuela está mejor?
“¿Venezuela está mejor?” fue la pregunta general con la que comenzamos. Antes de entrar en la minucia quisimos conocer la percepción general de la gente.
En promedio, tanto para quienes viven dentro como fuera del país, Venezuela no está mejor; esta opinión la tiene el 59 por ciento de quienes viven en Venezuela y el 74 por ciento de quienes viven fuera. El márgen es significativo.
Entre quienes ven a Venezuela mejor, quienes viven en el país parecen bastante más optimistas (41 por ciento) que quienes viven fuera (26 por ciento). Vale decir: muchas personas que viven fuera del país indicaron “no saber” el estado de varias dimensiones consultadas, por lo que el número de opiniones a analizar se reduce para ese grupo.
¿Qué dimensiones parecen impulsar la opinión de que “Venezuela está mejor”?
Para los venezolanos que perciben mejoras en el país, ya sea que viven dentro o fuera, las tres primeras dimensiones que motivan sus respuestas son las mismas: disminución de colas para comprar productos, mayor disponibilidad de productos, menor cantidad de protestas. No sorprende que quienes viven en Venezuela reportan mayores mejoras en servicios públicos. Resalta, por ejemplo, que quienes viven en Venezuela perciben una mejora relevante del servicio eléctrico, muy por encima de la opinión de quienes viven fuera.
Por qué Venezuela está mejor según venezolanos viviendo en Venezuela:
Por qué Venezuela está mejor según venezolanos viviendo en el exterior:
¿Qué dimensiones parecen impulsar la opinión de que “Venezuela no está mejor”?
Para quienes consideran que la situación del país no ha mejorado, las dimensiones que han empeorado están asociadas al costo de la vida y la capacidad de compra, seguido por la calidad de los servicios públicos. Para quienes viven fuera de Venezuela son menores las dimensiones que se han mantenido “igual” y reportan una mejora sustancial únicamente en la disminución de colas para la compra de productos y la mayor disponibilidad de productos en los anaqueles.
Por qué Venezuela no está mejor según venezolanos viviendo en Venezuela:
Por qué Venezuela no está mejor según venezolanos viviendo fuera:
¿Qué opinamos de los resultados?
Quienes vivimos en Venezuela notamos mejoras en la disponibilidad de productos (el famoso “se consigue de todo”) y en un boom de servicios comerciales. Sin embargo, el problema ahora es otro: no podemos pagarlo todo.
En cuanto a los servicios: hay una sensación de mejora en el servicio eléctrico residencial, que puede responder a la reducción de la actividad productiva y comercial durante la pandemia. También, luego de la marcada escasez de gasolina a principios de la pandemia, la situación se ha ido regularizando, siempre y cuando puedas pagar los precios internacionales. Los demás servicios públicos no han registrado mejoras sustanciales, lo que ha abierto un espacio para emprendimientos privados: servicios de transporte, como Ridery y La Wawa; crecimiento marcado de la oferta de servicios de Internet; crecimiento en la flota de camiones cisterna para la provisión de agua, entre otros. En el frente político, los venezolanos sienten cierta estabilidad, por varios factores (cuyo peso no sería trivial asignar): agotamiento político interno y disminución de presiones internacionales; agotamiento social por las políticas de confinamiento; disminución del intervencionismo económico por parte del gobierno; entre otros.
El efecto del tiempo afuera
Si es cierto que la distancia otorga cierta perspectiva, también es cierto que con la distancia se pierde la minucia. Y esto es muy revelador a la hora de ver las respuestas que solemos tener quienes estamos fuera sobre la disponibilidad de productos y servicios. Pero a grandes rasgos, también hay ciertos elementos subjetivos que llevan a un migrante a responder con cierto apasionamiento a este tipo de preguntas. Esos elementos van un poco más allá de la idea de que quien se fue necesita justificar su decisión de haberse ido ante una Venezuela de 2022 que siente que le están vendiendo forzadamente (como si fuera un NFT). Esa es una sobresimplificación de la mirada externa que ignora las razones por las que muchas personas se fueron y no miran atrás sin que les quede nada por dentro. Por otra parte, también se ignora lo que quienes están en el extranjero viven a través de sus familiares, las angustias para recoger dinero para pagar gastos médicos que tiene tanta visibilidad en redes.
Ahora bien, más allá de la empatía, la realidad es que ya no se trata de la dificultad de ver el presente desde lejos. Más que la distancia, empieza a influir el factor tiempo también. Mucha gente se fue en una época en que simplemente no había comida y las sopas se completaban con agua y sal. Una época manifiesta de hambre. Por eso, las reacciones de quienes regresan de una breve visita a Venezuela a veces parecen citas en un folleto turístico, porque el contraste del cambio frente a 2018, por ejemplo, es significativo. Sabemos que las redes amplifican contenido que genera reacciones fuertes y que lo que ahí vemos oculta las percepciones de la gente que no está en Twitter o Facebook. Pero igual, dentro del grupo de quienes podríamos pensar que la opinión general sería que Venezuela ha mejorado, la opinión que impera es que seguimos fregados. Y si hablamos de percepciones, hay otro tipo de realidades que no se miden y que no tienen tanta repercusión en redes.
La brecha adentro-afuera
Esta pequeña muestra resultante de la encuesta refleja una conversación mayor que es necesario tener: cada vez existen diferencias más sustantivas en el modo de entender el país entre quienes viven en Venezuela y quienes viven fuera del país. No estamos señalando que una forma de comprensión sea mejor que la otra, pero sí es hora de analizar a nuestra opinión pública según esas realidades.
Una de las manifestaciones de estas diferencias en la percepción del país es, precisamente, cómo se valora si las condiciones materiales de vida han mejorado o no. Como se comprenderá, hay matices que sólo quien vive en Venezuela puede apreciar: desde una potencia mayor en la presión del agua, hasta lo que significa poder escoger entre dos o más marcas de arroz. Para quien vive fuera, es muy difícil percibir estos cambios, y hasta sería injusto exigirles que puedan percibirlos.
Pero estas diferencias en la percepción sobre el país pudieran ser algo meramente anecdótico si no estuvieran marcando la forma como se entiende la dinámica política.
Quizá valdría la pena que los expertos estudien las diferencias que cada vez se hacen más claras en cuanto a cómo debe desenvolverse la dinámica política para quienes viven en Venezuela y para quienes viven fuera.
Todas las conversaciones sobre el llamado “gobierno interino”, la participación en elecciones y la participación en diálogos políticos están muy influenciadas por las opiniones que se vierten en Twitter por quienes viven en Venezuela y por quienes viven fuera, y las diferencias de posiciones se hacen cada día más espinosas.
Por eso, estas percepciones son más importantes de lo que parecen. Recientemente hubo varias discusiones, también ventiladas a través de la limitada plaza pública de Twitterzuela, centradas en los números posibles de recuperación económica de Venezuela en 2022. La proyección más optimista, que para cualquier venezolano (adentro o afuera) sonará exagerada, llegaba a un crecimiento en 2022 del 20 por ciento del PIB (Crédit Suisse). Dentro de esa discusión vimos varios puntos de vista, de expertos como Asdrúbal Oliveros y Francisco Monaldi, en los que se comparaba esa hipótetica recuperación con otros números menos optimistas, pero positivos también, y los números anteriores a 2012. Suponiendo que Venezuela lograra una recuperación de dos dígitos sostenida, tomaría unos nueve años llegar al lugar en el que se encontraba el país en 2012.
Y si Venezuela llega a tener una recuperación de dos dígitos (ni hablar del 20 por ciento): ¿Qué es lo que la gente va a percibir? Francamente dudamos que en un escenario de recuperación, la gente —excepto quienes trabajamos en dejar un registro— vaya a estar pensando en la Venezuela de los noventa, por ejemplo. Sobre todo quienes nunca la vivieron, en especial si las tres generaciones acostumbradas a ver que todo empeora, día a día, desde los ochenta. El manejo de esa percepción será muy útil para quien la sepa utilizar.
Agradecimiento especial a Arepita por compartir la iniciativa con sus lectores.
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Anabella Abadí es economista y Raúl Stolk, abogado, es director general de Cinco8 y Caracas Chronicles. EnergiesNet.com no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.
Este artículo fue originalmente publicado en Cinco8, el 21 de abril del 2022. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores.eproducimos el mismo en beneficio de los lectores. EnergiesNet.com no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.
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energiesnet.com 25 04 2022