Por Rubén Aguilar Valenzuela
En 2012 Alex Jones, fundador del canal de televisión por internet InfoWars, expresión de la ultraderecha de Estados Unidos, dijo, sabiendo que eran mentiras, que la matanza en la escuela primaria de Sandy Hook, donde murieron donde niños y seis profesores, era un montaje del gobierno estadunidense para tratar de ilegalizar la posesión de armas, así como que los padres de las víctimas eran actores contratados, para representar su papel.
Hubo un muy largo juicio contra este propagandista que hizo de la mentira su modelo de negocio. En octubre de 2022, después de diez años, un jurado de Connecticut lo condenó a pagar 1000 millones de dólares de indemnización a los padres de las víctimas. En abril de 2022 InfoWars y Free Speech Systems, propiedades de Jones, se declararon en quiebra, lo que algunos observadores vieron como un intento de no pagar.
Tras la condena, Jones afirmó: “No tenemos miedo, y no nos vamos a ir, y no vamos a parar”. Al monto de la compensación hay que sumar los costos del juicio y los honorarios de los abogados de los demandantes. El caso sigue y las víctimas tendrán que continuar su lucha para que se les pague lo que ordenó el juez. La decisión del jurado, que encontró culpable a Jones por mentir, establece un parteaguas en la justicia de Estados Unidos.
Con ese antecedente, el pasado 18 de abril se dio un caso que adquiere todavía mayor trascendencia que el de Jones, al tratarse de una empresa de las dimensiones y cobertura de la cadena de televisión Fox, propiedad de Rupert Murdoch. La empresa Dominion Voting Systems, que proporcionó el sistema de conteo de votos en la elección 2020, donde Donald Trump perdió la presidencia, demandó a la televisora.
Esta, de manera sistemática y sin mostrar ninguna prueba, se hizo eco de las mentiras de Trump, y sostuvo de manera abierta que el resultado de la elección había sido una conspiración para robarle la victoria al republicano y dársela al demócrata Jon Biden. En 2020 Dominion, acusada por la cadena de haber participado en el fraude, la demandó por mentir y reclamó 1600 millones de dólares por daños.
Antes del juicio diversos analistas políticos habían sostenido que estas mentiras explican, en buena medida, hechos como el asalto del Capitolio el 6 de enero de 2021 y que hoy día todavía una buena parte de los votantes republicanos siguen creyendo que Joe Biden no ganó limpiamente la elección.
En el juicio, a través de las declaraciones, quedó claro que la cadena, para no perder audiencia, se “alineó” a la narrativa de Trump. Los comentaristas hablaban del fraude a sabiendas—estaban ahí las pruebas— de que decían mentiras. Murdoch estaba enterado y avalaba lo que se hacía, para no “molestar” a Trump y a sus seguidores, telespectadores de la cadena que tiene 75 millones de abonados.
Se hizo evidente en las distintas comparecencias ante el juez que la mayoría de los presentadores de la Fox y el propio Murdoch no creían en las mentiras que decían, pero lo hacían porque era lo que querían oír sus audiencias. De manera consciente se instalaron en un ejercicio de propaganda política, no de periodismo profesional, que daba lugar a la existencia de una realidad alterna evidentemente falsa.
En diligencias preliminares Eric Davis, el juez del Tribunal Superior de Delaware a cargo del caso, había dicho que las mentiras difundidas por la cadena Fox eran “claras como el agua”. La cadena de Murdoch, antes de que terminara el juicio, una vez que sabía que tenía todas las posibilidades de perder, decidió negociar con la empresa que la demandó.
El 18 de abril la cadena pagó 787.5 millones de dólares a Dominion Voting Systems. “La verdad importa. Las mentiras tienen consecuencias”, dijo Justin Nelson, abogado de los quejosos, a las puertas de los juzgados tras cerrarse el caso.
La cadena en un comunicado dijo: “Reconocemos las decisiones del tribunal que declaran falsas ciertas afirmaciones sobre Dominion” y añadió que “esperamos que nuestra decisión de resolver este litigio […] de forma amistosa, en lugar de la acritud de un juicio divisivo, permita al país salir adelante de estas cuestiones”. Este caso se ha resuelto, pero sigue abierta una demanda similar de parte de la empresa Smartmatic, que reclama 2700 millones de dólares.
La discusión
En el juicio la cuestión legal central era si, al difundir las mentiras, Fox actuó con lo que se conoce como “actual malice”; es decir, si propagó las falsedades a sabiendas de que lo eran, o al menos con desprecio irresponsable respecto a su veracidad. Esta era la posición del juez, y muy probablemente lo sería también de los doce integrantes del jurado, que son los que declararían culpable o inocente a la cadena.
Lo ocurrido en Estados Unidos se considera una victoria de la democracia y la libertad de expresión, y una derrota para la cadena Fox y su dueño Mordoch, quien se vio obligada a negociar y pagar por las mentiras que sus empleados dijeron sobre Dominios. Establece un antecedente jurídico relevante que los medios deberán tener en cuenta en el futuro. Mentir cuesta.
Para la cabeza de Dominion, George Stephanopoulos, “nunca se trató realmente de la Fox per se. Se trataba de decir la verdad, y de que los medios de comunicación dijeran la verdad. Creo que es un gran paso adelante para la democracia si nuestro sistema puede enviar la señal de que si las empresas de medios de comunicación mienten, sean quienes sean, en el canal que sea, y lo hacen a sabiendas, deberán prepararse para pagar un precio muy alto”.
Los estudiosos de estos temas, como Nicole Kraft, profesora asociada de la Facultad de Comunicación de la Universidad Estatal de Ohio, consideran que una sentencia en toda regla en contra de la cadena Fox hubiera sido mejor que la negociación, porque esta habría quedado totalmente expuesta ante la opinión pública junto con su dueño.
La pregunta es cuál es la verdadera dimensión de lo que ha ocurrido y si esto impide en el futuro que las televisoras como Fox, que articulan su narrativa a través de las mentiras, opten por ya no decirlas ante el costo financiero que implica hacerlo. Nadie duda del impacto de lo que ocurrió, pero matizan su efecto.
Kraft afirma que a lo largo de los años ha escuchado a la Fox “propagar una falsedad tras otra” y piensa que lo ocurrido no va a cambiar gran cosa a la cadena, aunque tenga otras demandas pendientes. Y añade que esta ha “demostrado que pueden permitirse gastar 800 millones de dólares porque ganan mucho dinero con su audiencia y que es rentable para ellos seguir este camino”.
El caso Fox-Dominion abona a una discusión que ya tiene años relacionada con la libertad de expresión. La organización no gubernamental Protect Democracy, plantea, a través de John Langford, su abogado especialista en libertad de expresión, que: “Eliminar o reducir significativamente el criterio de ‘dolo’ debilitaría nuestra democracia. Facilitaría que los cargos públicos y los particulares poderosos silenciaran a sus críticos con demandas y amenazas de demanda por difamación”, lo que afectaría la libertad de prensa y todo el espectro político.
El caso de México
Ante el caso Fox-Dominion se plantean preguntas sobre la realidad que ahora se vive en México. En sus comparecencias mañaneras, el presidente López Obrador, a lo largo de dos horas, dice reiteradas mentiras. La consultora SPIN, de Luis Estrada, desde el primer día ha seguido las mañaneras y da cuenta que en estas todos los días el presidente dice 85 mentira o “verdades” que no se pueden comprobar. Hay quienes dudan de la metodología de medición que utiliza Estrada, pero no que el presidente miente de manera evidente.
Hay otras instancias, como la sección “El Sabueso” del portal Animal Político, que con una metodología de investigación muy rigurosa, ha demostrado en casos particulares de manera contundente, las mentiras que dice el presidente. Ya se han publicado libros sobre la estrategia de comunicación del presidente que contempla la mentira como parte de la misma.
En México las grandes cadenas nacionales de radio y televisión, también las regionales, al igual que periódicos y revistas, difunden día a día las mentiras que el presidente López Obrador dice en sus comparecencias mañaneras. Saben que lo son, pero aún así optan por difundirlas y actúan como caja de resonancia de las mismas.
Sin duda que Estados Unidos y México son muy distintos, pero ambos países se dicen democráticos y se asume, por lo mismo, que si el poder miente constituye no solo una falta sino un claro ataque a la democracia y a la libertad de expresión. En eso conceptualmente no hay diferencia. Tampoco que los medios no pueden ni deben difundir de manera acrítica las mentiras del poder.
Para el caso de México surgen las preguntas: ¿Quién debe demandar a las cadenas nacionales y regionales de radio y televisión, por difundir al menos tres veces al día, las evidentes mentiras del presidente? ¿Toca a los partidos, a la academia, a las organizaciones de la sociedad civil? ¿Es responsabilidad de quienes son agredidos por las mentiras del presidente?
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Rubén Aguilar Valenzuela, Socio fundador de Afan Consultores Internacionales, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor en el Departamento de Comunicaciones y Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana. Articulista en diversos periódicos y revistas. Fue Fundador y director de la Agencia Salpress del FMLN, el Salvador. coordinador de la Secretaría Particular de la presidencia de Fox (2002-2004) y portavoz del gobierno (2004-2006). Sus últimos libros en conjunto con Jorge Castañeda son: La Diferencia: Radiografía de un sexenio (2007) y El Narco: La Guerra Fallida (2009). Twitter: @RubenAguilar, ruben@miscuadernos.com.mx. Los puntos de vista expresados no necesariamente son los de EnergiesNet
Nota del Editor: Este artículo fue originalmente publicado en Nexos, el 11 de mayo 2023. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores. EnergiesNet en Español no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.
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EnergiesNet.com 13 05 2023