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Una breve guía para comprender las compensaciones de carbono, que para algunos no funcionan

Muchas de ellas no funcionan para compensar los vuelos y algunas incluso pueden ser perjudiciales. Sin embargo, existen algunas alternativas más efectivas.

Por Susan Chain

En años recientes, varias investigaciones han demostrado que muchos proyectos de compensación no son efectivos o incluso son peor que inefectivos. Pero la última vez que verificamos, la gente seguía volando… y mucho. Y el planeta se sigue calentando… y mucho.

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Así que quizá todavía te preguntes: ¿debería compensar mis viajes aéreos? Y si la respuesta es sí, ¿cómo debería hacerlo?

Una compensación de carbono es un crédito que puedes pagar para neutralizar tus emisiones. Por ejemplo, si vuelas de Nueva York a San Francisco y liberas a la atmósfera alrededor de media tonelada de dióxido de carbono, puedes comprar una compensación que financie un proyecto que tenga el propósito de eliminar o almacenar esa misma cantidad de dióxido de carbono en otro lugar, que se hace sembrando o conservando árboles.

Al menos, esa es la idea. Pero muchos científicos se oponen a este principio, pues afirman que en realidad necesitamos reducir drásticamente las emisiones, no solo intentar compensarlas.

“‘Compensar’ no es una designación apropiada”, explicó Barbara Haya, directora del Proyecto de Comercio de Carbono de Berkeley en la Universidad de California, campus Berkeley. “Crea la noción ficticia de que puedes volar y emitir gases de efecto invernadero y, con solo pagar estos créditos baratos, borras tu impacto”.

Se calcula que el año pasado se emitieron unos 1700 millones de créditos de carbono en todo el mundo, según un análisis de la firma de contabilidad global KPMG.

Las empresas se esfuerzan por darle mayor credibilidad a los créditos de carbono. Pero Haya lleva más de 20 años estudiando las compensaciones y opina que, hasta ahora, los resultados han sido desalentadores. “La mayoría de los créditos no representan la reducción en las emisiones que afirman compensar”, dijo. Otros no han tenido ningún beneficio mensurable para el clima.

Esto se debe a que es difícil medir el carbono capturado por plantar un árbol nuevo, por ejemplo. ¿Ese árbol se habría plantado de cualquier forma? ¿Qué pasa si más adelante ese árbol se quema en un incendio forestal?

John Sterman, profesor de la Escuela de Administración Sloan del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) y director del Proyecto de Rutas Climáticas del MIT, comparó los créditos de carbono con los elíxires que prometían una sanación mágica en la época del Viejo Oeste. “Podían poner cualquier cosa en esa botella. El riesgo no solo era que no funcionara, sino que fuera muy perjudicial. En esa situación estamos en cuanto a las compensaciones de carbono”, señaló. “Están engañando a la gente”.

Para que una compensación sea legítima, explicó Sterman, es necesario que los resultados del proyecto sean verificables, inmediatos y duraderos. Además, deben ser “adicionales”, es decir que no habrían ocurrido sin el financiamiento derivado de la compensación. Sterman dijo que ha visto muy pocos proyectos que cumplen todos estos criterios.

Al parecer, la industria de la aviación comienza a comprender esto. El director ejecutivo de United calificó de “fraude” a la mayoría de las compensaciones y la directora de sostenibilidad de Delta indicó que la empresa “ya no recurre” a las compensaciones. En cambio, ambas empresas se han comprometido a aplicar un programa de combustibles sostenibles de aviación (que conlleva sus propios retos) y aplicar otras opciones de descarbonización.

La mejor solución, según los expertos, es volar menos.

Además, recomiendan que cuando vueles elijas la tarifa económica. Ya que los asientos de lujo ocupan más espacio, los pasajeros de primera clase o de business son responsables de hasta el cuádruple de emisiones que los pasajeros de la sección de atrás.

En las contadas ocasiones que vuela, Haya se ha comprometido a donar 1000 dólares por cada tonelada emitida a organizaciones ambientales como Unite to LightSan Francisco Estuary Institute y otras más. “Me ayuda a tener cierta idea del impacto de mis decisiones”, señaló.

Si decides adoptar este enfoque, hay muchas maneras de hacer que tus donativos en beneficio del clima sirvan para algo.

En vez de comprar compensaciones, Sterman ha invertido en reducir su huella de carbono cotidiana: instaló aislamiento térmico y paneles solares en su casa y compró un auto eléctrico. “Puede parecer más caro o más difícil hacer eso, pero en realidad no lo es”, comentó. “Porque el dinero que desperdicias en compensaciones en realidad no tiene ningún efecto positivo”.

Votar también es importante, señaló Lauren Gifford, directora asociada del Soil Carbon Solutions Center en la Universidad Estatal de Colorado. Además, dijo, es crucial informarles a tus representantes que te importa que se le dé solución al problema del cambio climático.

Las compensaciones de carbono “básicamente son como pagar para que te den permiso de contaminar”, opinó Gifford. “Y lo que necesitamos hacer es no contaminar”.

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Susan Shain es periodista de Headway, una sección de The New York Times que explora los retos del mundo a través de la lente del progreso. Ha trabajado como periodista independiente en The Atlantic y The Washington Post. Es licenciada por la Universidad de Michigan. Los puntos de vista expresados no necesariamente son los de EnergiesNet.com.

Nota del Editor: Este artículo fue originalmente publicado en The New York Times, el 13 de mayo del 2024. Reproducimos el mismo en beneficio de los lectores. EnergiesNet.com no se hace responsable por los juicios de valor emitidos por sus colaboradores y columnistas de opinión y análisis.

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Una breve guía para comprender las compensaciones de carbono – The New York Times (nytimes.com)

Para más información, visite: http://www.law.cornell.edu/uscode/17/107.shtml

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energiesnet.com 05 13 2024

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